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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a generar polémica tras declarar que la falta de autismo en Cuba podría estar relacionada con la escasez de medicamentos como el Tylenol. En un discurso reciente, el mandatario dijo:
“Hay un rumor, y no sé si es cierto o no, de que en Cuba no tienen Tylenol porque no tienen dinero para comprar Tylenol, y prácticamente no tienen autismo. OK, dime algo sobre eso”, dijo el mandatario en su alocución desde la Casa Blanca.
Trump utilizó esta afirmación para sugerir un posible vínculo entre el uso del paracetamol (ingrediente activo del Tylenol) y el incremento de casos de trastorno del espectro autista (TEA) en Estados Unidos, aunque no presentó ninguna evidencia científica ni citó fuentes confiables para sostener sus palabras.
El Tylenol, mencionado por Trump, es el nombre comercial de un medicamento cuyo principio activo es el paracetamol —conocido como acetaminofén en Estados Unidos—, un analgésico y antipirético de uso común para tratar fiebre y dolores leves.
Aunque algunos estudios han explorado posibles asociaciones entre la exposición prenatal al paracetamol y el desarrollo de trastornos del neurodesarrollo, hasta la fecha no existe evidencia científica concluyente que lo vincule directamente con el autismo.
Autoridades médicas como la FDA y la OMS no reconocen esa relación como causal, y la comunidad científica considera que atribuirle ese efecto es, en el mejor de los casos, especulativo.
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La declaración ha provocado reacciones inmediatas entre expertos en salud, medios de comunicación y usuarios de redes sociales, que han calificado el comentario como irresponsable y sin fundamento.
Qué dicen los datos reales
Según el informe oficial más reciente del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU., publicado en 2023, la prevalencia del autismo en niños de 8 años en 2020 fue de 27,6 por cada 1,000 niños, lo que equivale a uno de cada 36 menores.
Esta cifra representa un aumento respecto a años anteriores y muestra, además, disparidades entre grupos étnicos: los niños negros, hispanos y asiáticos presentaron tasas más altas de diagnóstico que los niños blancos, en relación con estudios precedentes.
En cuanto a Cuba, no existen datos oficiales recientes ni estudios epidemiológicos nacionales publicados que documenten con precisión la prevalencia del autismo en la isla. El país tampoco forma parte de redes internacionales de monitoreo como la ADDM Network del CDC.
Sin embargo, ello no significa que el autismo no exista en Cuba. Organizaciones de padres, testimonios de profesionales y estudios clínicos locales confirman la presencia de casos, aunque su registro puede estar limitado por la falta de recursos diagnósticos y de estadísticas públicas.
Expertos han explicado que atribuir la prevalencia del autismo al uso de medicamentos como el Tylenol carece de respaldo científico. Aunque se han estudiado posibles factores ambientales y genéticos, no hay consenso que vincule directamente el paracetamol con el desarrollo del TEA.
Las palabras de Trump, lejos de aportar claridad al debate sobre la salud infantil, se suman a una larga lista de declaraciones polémicas que banalizan temas médicos complejos y sensibles.
Tras la viralización del video, usuarios en la red social X (antes Twitter) añadieron un aviso de "contexto adicional" al clip, citando un supuesto fact checking publicado por The Times que indicaba que Cuba tenía una tasa de autismo de 83,3 por cada 10,000 niños en 2023, ligeramente superior a la de Estados Unidos (80,9).
Sin embargo, esos datos no aparecen en informes oficiales del CDC ni en la Red de Monitoreo del Autismo y las Discapacidades del Desarrollo (ADDM), la fuente citada. La cifra oficial más reciente del CDC para Estados Unidos es de 276 por cada 10,000 niños (27,6 por mil) en 2020. En el caso de Cuba, no existen cifras públicas verificables que permitan respaldar o refutar la afirmación.
El desabastecimiento de medicamentos en Cuba
Más allá de las polémicas declaraciones de Trump, la realidad es que en Cuba existe un desabastecimiento crónico de medicamentos básicos, que golpea de forma directa a la población.
Analgésicos tan comunes como la aspirina o el paracetamol escasean de manera recurrente en la red estatal de farmacias, lo que obliga a los cubanos a depender de donaciones del exterior, el mercado informal o alternativas naturales promovidas por el propio régimen.
En los últimos meses, el gobierno ha llegado a anunciar que planea producir en China la aspirina que demanda la isla, una medida que evidencia la incapacidad de la industria farmacéutica nacional para garantizar un medicamento de uso cotidiano.
La prensa oficialista, mientras tanto, ha intentado “rescatar” productos como el noni o impulsar jarabes caseros y plantas medicinales como sustitutos frente a la falta de fármacos esenciales.
El propio ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, ha admitido públicamente que no hay medicinas ni recursos suficientes para responder a las necesidades de los pacientes, lo que ha profundizado el colapso del sistema sanitario.
Esta escasez no solo afecta a quienes padecen enfermedades crónicas, sino también a la atención pediátrica, obstétrica y a tratamientos de emergencias hospitalarias.
El desabastecimiento en Cuba, por tanto, no es un rumor ni una anécdota, sino un problema estructural que agrava la crisis sanitaria del país y que obliga a miles de familias a sobrevivir sin acceso a medicamentos básicos que en la mayoría del mundo se consideran imprescindibles.
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