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El problema cultural de Murillo y la sabiduría cubana

El tardocastrismo lleva días enfrascado en una alocada Operación Mentira porque siente miedo a un estallido popular, pero sus trucos no consiguen engañar a los cubanos porque saben -desde hace años- que el agua de Miami es la que riega el coco y que las vacas traicionaron a Raúl Castro Ruz porque no hay leche ni carne.


Este artículo es de hace 3 años

Marino Murillo Jorge, capataz de la reforma económica castrista, tiene un problema cultural que radica en desconocer la sabiduría que atesoran los cubanos, tras casi 62 años soportando experimentos y represión, y que -básicamente- consiste en leer adecuadamente los cantos de sirena y la tinta de calamar viejo que lanza el Palacio de la Revolución.

El zarín económico tardocastrista es un burócrata estudiado en la derrumbada URSS, en el Colegio de Defensa Nacional y trabajado en dos de los ministerios más impopulares de Cuba: Industria Alimentaria, que no alimenta; y Comercio Interior, que no comercia y cuyo logro más perenne es la Oficoda.

Murillo Jorge dice que los ciudadanos que estiman no podrán pagar la nueva tarifa eléctrica con sus ingresos, tienen un problema cultural, provocación que es uno de los mayores cinismos oficiales de 2020, porque la mayoría de los cubanos tiene -principalmente- tres problemas: Pobreza impuesta, carencia de libertad y dependencia económica del estado y de sus familiares en el extranjero.

Profundizando en el cinismo, el compañero Murillo lanzó una obviedad: "(...) esa tarifa (eléctrica) se paga con los ingresos familiares, no es exactamente con el ingreso de una persona (...) me parece que hay que reenfocar la manera en que la familia va a asumir los nuevos gastos”.

El desenfoque del jefe del paquete económico liberal que acecha a los empobrecidos y dependientes cubanos a partir del 1 de enero, resulta patético porque pretende ignorar que -desde siempre- las familias cubanas, incluidas las disfuncionales y las rotas por la emigración de sus jóvenes, asumen solidariamente los gastos de alimentos, bienes y servicios porque un solo sueldo, por muy alto que sea, no alcanza para llegar a los días 15 de cada mes.

Al final el compañero Murillo ha resultado un alumno aventajado de Goebbels, Reagan y Margaret Thatcher, pretendiendo atajar la escasez crónica con receta neoliberal, con el agravante de que la casta verde oliva vende alimentos, medicinas y otros artículos de primera necesidad en dólares norteamericanos a quienes paga sueldos y pensiones en pesos. Si tal atropello es socialista, próspero y sostenible, la incultura de los gobernantes cubanos es descomunal.

La grave crisis, que es política y de legitimidad del gobierno, aconseja no andar provocando a las víctimas del castrismo con boberías solemnes, aunque el burócrata tenga la orden de hacer de calamar ante el peligro, es decir, esparcir tinta para desviar la atención de los cubanos del Movimiento San Isidro y del plante de artistas e intelectuales.

Como Murillo Jorge falló en su maniobra diversionista de aplacar la justa ira popular por las próximas tarifas eléctricas; entonces el Estado Mayor tardocastrista ordenó resucitar una antigua regulación para intentar desviar el foco crítico de la oscuridad que vendrá; una medida hasta ahora no aplicada, de cobrar el 4% de impuesto a las retribuciones que reciban cubanos, residentes en la isla, en el extranjero; que data de 7 años y que fue establecida al calor el embullo Obama.

El tardocastrismo lleva días enfrascado en una alocada Operación Mentira porque siente miedo a un estallido popular, pero sus trucos no consiguen engañar a los cubanos conocedores -desde hace años- de que el agua de Miami es la que riega el coco y que las vacas traicionaron a Raúl Castro Ruz porque no hay leche ni carne.

Ya podrán el monaguillo Murillo y la corte verde oliva decir misa, que la mayoría de los cubanos llevan años rezando por un rabo de nube, un torbellino en el suelo, y una gran ira que sube...

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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