Miguel Díaz-Canel publicó este fin de semana un video en Facebook donde apareció barriendo hojas en los jardines del Palacio de la Revolución, acompañado por varios ministros y funcionarios, como parte de una nueva “jornada de higienización” convocada en La Habana.
En su mensaje, el gobernante aseguró que “hay gente que cree que otros les tienen que resolver el problema”, en alusión a la escasa participación ciudadana en la campaña. Haciendo gala de su cinismo político, el inquilino de Palacio responsabilizó a la “gente” de su fracaso como jefe de un ejecutivo que está llevando el país al abismo.
El video mostró a Díaz-Canel y la “no primera dama” Lis Cuesta Peraza, escoba en mano, junto al primer ministro Manuel Marrero Cruz y otros dirigentes, en una acción que pretendió proyectar compromiso institucional ante la profunda crisis de insalubridad que afecta a la capital cubana.
“Hay una convocatoria del país y la población se ha sumado, y yo creo que también la gente ha actuado con sentido de responsabilidad”, dijo el gobernante que lleva años pretendiendo revitalizar los “domingos rojos” en la Isla.
Díaz-Canel reconoció que las condiciones actuales son críticas, pero insistió en que los problemas pueden resolverse con “trabajo diario y sentido de pertenencia”.
“Hay cosas que, si las limpiamos con menos esfuerzo todos los días, no se acumulan, y con esa sistematicidad se resuelven los problemas”, afirmó, mientras destacaba que “ahora todo el mundo está muy contento porque estamos viendo cosas limpias que hacía tiempo que no veíamos”.
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Sin embargo, el gobernante admitió que no todos se sumaron al llamado. “Se ha movilizado una gran parte de gente, y hay gente que no ha acudido y que creen que otros son los que les tienen que resolver el problema”, expresó en tono crítico. “Tenemos que estar claros, porque no tiene sentido reconocer lo que se hace bien sin criticar lo que no se logra”, añadió.
Crisis estructural y respuestas improvisadas
La convocatoria de Díaz-Canel llega tras semanas de imágenes de calles repletas de basura, vertederos improvisados y protestas vecinales por la falta de recolección.
La Habana, junto a otras ciudades del país, enfrenta un colapso en los servicios comunales debido a la escasez de camiones, combustible y personal, además de la ausencia de una gestión eficiente.
En los últimos meses, el gobierno ha intentado involucrar a distintos actores estatales y privados en la recogida de desechos.
Hace justo un año, en octubre de 2024, el propio Díaz-Canel ordenó que “cada ministerio atienda un municipio”, mientras que en varias provincias se han contratado mipymes para colaborar con la limpieza urbana. En la práctica, sin embargo, los resultados han sido escasos y los problemas se han agudizado.
Durante la jornada del fin de semana, también se movilizaron reclutas del Servicio Militar, policías y trabajadores estatales, en un esfuerzo que algunos vecinos calificaron en redes sociales como “teatro de domingo”.
“Se pusieron a limpiar el Palacio, pero la basura son ustedes”, comentó un usuario en X, reflejando el creciente malestar social.
Cinismo oficial y desvío de responsabilidades
Las palabras de Díaz-Canel, que reprochó a los ciudadanos “creer que otros les tienen que resolver los problemas”, han sido interpretadas por muchos como una muestra de cinismo político.
En un país donde la recolección de basura, la gestión de residuos y el saneamiento urbano son competencias directas del Estado y sus administraciones locales, culpar al pueblo por la acumulación de desechos equivale a trasladar la responsabilidad del fracaso gubernamental hacia las víctimas del propio colapso administrativo.
El mensaje, lejos de inspirar civismo, revela una desconexión profunda entre la élite dirigente y la vida cotidiana de los cubanos, que, sin recursos ni apoyo institucional, enfrentan los problemas acumulados por la ineficiencia gubernamental, como brotes de dengue y otros virus, parálisis en las acciones de saneamiento y fumigación, y falta de agua potable, entre otros.
Como resumió un comentario viral en redes: “La basura no está solo en las calles, sino en el poder que la produce”.
“Operaciones” sin sostenibilidad
En su intervención, Díaz-Canel aseguró que las jornadas de higienización deben repetirse periódicamente para mantener el orden urbano.
“Habrá que seguir esta semana. No vamos a resolver todo en un fin de semana”, dijo. Propuso incluso realizar “maratones o ejercicios” de limpieza cada cierto tiempo, como fórmula para sostener la iniciativa.
El mandatario vinculó la campaña con otros frentes del gobierno, como la crisis eléctrica y la escasez de agua potable. “Se está trabajando fuertemente en mejorar el abasto de agua a la población en la ciudad”, afirmó, sin ofrecer detalles concretos sobre plazos ni soluciones estructurales.
Domingos rojos: La propaganda del “trabajo voluntario” como remedio universal
La campaña de “higienización” en la que Díaz-Canel aparece barriendo hojas en el Palacio de la Revolución no es un hecho aislado.
Forma parte de una estrategia más amplia del régimen cubano para revivir los llamados “domingos rojos” —jornadas de trabajo voluntario que combinan discurso moral, movilización política y propaganda mediática.
Desde hace años, el gobernante ha encabezado o promovido jornadas de limpieza y trabajo agrícola, instando a los cubanos a “aportar con esfuerzo propio” ante la incapacidad del Estado de garantizar servicios básicos.
Estas actividades, que buscan evocar la épica revolucionaria del pasado, suelen presentarse como “acciones ejemplares” de compromiso colectivo, aunque en la práctica no modifican las causas estructurales del deterioro nacional.
En abril de 2024, Díaz-Canel protagonizó un trabajo voluntario agrícola junto a militantes del Partido. Mientras los medios estatales destacaban su “espíritu de sacrificio”, los cubanos lo calificaron como "un circo". En esas fechas, calificó de “vagos” a quienes no participaran en estas labores.
Pocos meses después, en noviembre, ordenó que “cada ministerio apadrine un municipio” para contribuir con la recogida de basura en La Habana, otra “operación de saneamiento” transmitida en directo por la televisión oficial.
Este tipo de iniciativas resurgen precisamente cuando el descontento social se amplifica. En 2022 y 2023, los llamados al trabajo voluntario coincidieron con apagones prolongados y crisis alimentaria, y en 2025 volvieron a escena tras el colapso histórico de la zafra azucarera, la peor en más de un siglo.
Un ritual sin resultados
El patrón es recurrente: ante cada crisis sectorial —basura, agricultura o energía— el gobierno responde con llamados al trabajo voluntario, como si barrer, desyerbar o limpiar los tubos de las termoeléctricas sustituyera la planificación, la inversión y la gestión eficiente.
Estos “domingos rojos” funcionan más como un ritual de reafirmación ideológica que como una política pública. Su objetivo es mantener la narrativa del sacrificio colectivo y desviar la atención del fracaso administrativo que ha llevado al colapso de servicios básicos y sectores estratégicos.
Críticas en aumento
Las palabras de Díaz-Canel han generado nuevas críticas entre los cubanos, que lo acusan de responsabilizar al pueblo por los problemas derivados de la ineficiencia estatal. “El país se hunde entre apagones, basura y miseria, y la respuesta del gobierno es barrer hojas frente a las cámaras”, comentó otro usuario.
Mientras tanto, barrios de todo el país continúan reportando montones de basura acumulada durante semanas, charcos de aguas negras y proliferación de mosquitos. La llamada “jornada de higienización” parece, para muchos, un intento más de encubrir con gestos simbólicos la incapacidad del régimen para ofrecer soluciones sostenibles.
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