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La Habana, espejo del miedo tardocastrista

El rebrote de coronavirus no justifica la severidad de las medidas adoptadas por las autoridades cubanas en La Habana, donde está ensayando su esquema represivo para prevenir disturbios y, de paso, intentando amedrentar a la población.


Este artículo es de hace 3 años

El rebrote de coronavirus en La Habana constituye el escenario ideal para un ensayo general del esquema de represión castrista ante la crisis económica, que se agudizó en septiembre de 2019 y se ha agravado con la parálisis del coronavirus y el recrudecimento de las sanciones norteamericanas.

Cuba, como país empobrecido, no puede permitirse la expansión sin control del coronavirus; ya bastante tiene con el Dengue endémico en algunas regiones, los brotes de Zika, Chinkungunya, Cólera, Gripe Aviar y el Caracol Gigante africano; pero el toque de queda impuesto en La Habana, a partir del 1 de septiembre y su anunciado "perfeccionamiento" esconde, tras la buena intención sanitaria, un incremento de la represión gubernamental contra los cubanos.

Para la puesta en escena, el tardocastrismo fue hábil y eligió a burócratas de cuarta categoría, puestos a dedo por Machado Ventura en La Habana y que son fácilmente reemplazables por graduados de la "Ñico López", en caso de que la estrategia salga mal. ¡Pobre Ñico!

En el anuncio de más represión se ha preservado a los compañeros Díaz-Canel Bermúdez y Marrero Cruz, que siguen refugiado tras la comodidad del plasma televisado, en vez de estar junto a las víctimas de los derrumbes provocados por el huracán "Laura".

Pero la simulación y la política informativa oficial siguen teniendo lagunas porque trascendió una obviedad presidencial: Las casas que se cayeron eran las que más mala estaban. Menos mal que "Laura" fue piadosa y enrumbó más al suroeste de lo previsto por meteorología, que si llega a meterle un janazo a La Habana, la situación sería caótica.

El presidente Díaz-Canel debía evitar solemnizar la obviedad ante un pueblo instruido, harto y empobrecido; que sufre diariamente los embates del comunismo, pero no es tonto y sabe que se puede vivir de otra manera y, sobre todo, mucho mejor. Especialmente, en momentos de tensión como es el paso de un huracán y cuando aún las paredes están si orear.

El mandatario estaba asustado y reveló su miedo con su "moderada satisfacción" porque los daños, preliminares, habían sido menores a lo esperado, dijo. Mal asunto cuando un gobierno cuantifica tomando como base, lo menos malo; cuando lo sensato es aspirar a la mayor calidad de vida posible.

La sanción anunciada por la administración Trump en junio, y pospuesta sine die, contra FINCIMEX, la empresa militar cubana encargada de gestionar las solidarias remesas de la emigración cubana, hizo saltar las alarmas en el cuartel general del tardocastrismo y obligó a la casta verde oliva a actualizar sus planes de contingencia, incluida la represión generalizada que prevenga estallidos en barrios que desemboquen en una Primavera Caribe.

La Primavera Árabe y el asesinato de Gadaffi desvelaron a Raúl Castro Ruz, que enfrió aun mas sus limitadas reformas por la certeza de no tener donde esconderse y ordenó a la guara de la valla que perfeccionara el esquema represivo basado en cuatro pilares: Tolerancia con el paquete que se distribuye semanalmente en barrios y ciudades, aumento de la velocidad de conexión, telefonía móvil y represión selectiva de Internet, contundencia ante cualquier acción pública de opositores y activistas que inflame una cuadra y reparto y vista gorda con bisneros.

La escasez aguda y el desembarco del coronavirus obligó a modificar la política oficial hacia bisneros, coleros, acaparadores y asociados que -hasta entonces- venían actuando como aliviadores de tensiones sociales con lo robado en almacenes y tiendas estatales, en las que ya apenas quedan cosas que robar porque Cuba está arruinada por el comunismo.

Mientras la gente esté entretenida con las telenovelas turcas, la sandunga de Miami y pueda hablar con sus primos balseros, no estará pensando en la maldición de los apagones, el exilio de la carne de res, la escasez de jabón, aceite y no tendrá la ocurrencia de asaltar GAESA.

El tardocastrismo ha encontrado en Internet y en la telefonía móvil el juguete más apropiado para tener a los milennials sumergidos en la realidad virtual para goce de los compañeros de ETECSA, Zuckenberg, Larry Page y Serguéi Brin, devenidos inesperados aliados de la casta verde oliva y contentos porque el dinero no huele, aunque haya que disfrazarse de Mega burlón del bloqueo.

El empleo de una escuadra de las Avispas negras para detener a Maykel Osorbo podría parecer un exceso de celo represivo, pero en realidad obedece a la voluntad tardocastrista de hacer una demostración de fuerza en cada acto policial para ver si cunde el pánico entre vecinos y el barrio, que enterar al resto de los cubanos ya se encargan la oposición y los medios de comunicación independientes.

Obviamente, la propaganda oficial insistirá en la necesidad que los habaneros "indisciplinados" se recojan en sus casas al mal vivir para que no vayan a enfermarse más de lo que están porque salud es higiene y nutrición; justo las carencias de la mayoría de los cubanos, que siguen siendo limpios y amantes de la buena mesa, pero el comunismo insiste en que no sean adultos y sigan becados en la OFICODA, ahora a ritmo de dólares.

Previo al anuncio oficial de Calabacita a las seis de la tarde para la capital, el gobiernos e encargo de propalar el rumor que los habaneros, con su atribuida indisciplina, estaban generando la tormenta perfecta. Nada mas enternecedor que leer los post de bribones y mansos para saber por donde van los tiros de los mandantes.

Pero obviando el atropello a los derechos humanos que implica deportar de La Habana a cubanos que no posean una residencia legal en la capital ¿de todos? Sería deseable que Granma y sus cajitas de resonancia eviten ver la paja en el ojo de estados Unidos y no vean la viga en ojo propio.

El miedo es el nuevo comandante en jefe de Cuba y mantiene secuestrado a Raúl Castro Ruz y sus compañeros de agonía que -para curarse el espanto- simulan normalidad y entusiasmo efímero ante el naufragio provocado, que podría evitarse con la sencillez de la libertad y el comercio, sin abandonar a los pobres de la tierra, como ya hizo el partido comunista, cuando la URSS dejó de pagar el alquiler del portaaviones.

El penúltimo aporte teórico del tardocastrismo a la causa progresista es que pretender un socialismo "próspero y sostenible", implica encarcelar y reprimir a los valientes y alienar a la mayoría con contenidos de la bobería de masas, género que los centinelas de la patria, Abel Prieto e Iroel Sánchez, etiquetan de pseudoculturales.

La práctica revolucionaria consiste ahora en recaudar dólares a cualquier precio, permanecer atentos a los partes diarios de la Contrainteligencia, degradar la historia y la cultura hasta la obscenidad y azuzar el miedo y la indiferencia entre los cubanos para intentar que no descubran y/o reafirmen que el único modo de ser feliz es ser próspero, honrado y tolerante.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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