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Carolina Barrero vigilada por la policía política: “Han perdido la cabeza”

La celebración en estos días del VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba está provocando una oleada de represión contra opositores y activistas de la sociedad civil, cuyas pacíficas acciones teme la Seguridad del Estado por la creciente visibilidad y solidaridad que concitan

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Este artículo es de hace 2 años

La joven activista Carolina Barrero denunció la vigilancia y el cerco policial que padece como parte de una represión constante de “baja intensidad”, con la que el régimen totalitario pretende silenciar a la sociedad civil cubana.

La celebración en estos días del VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba está provocando una oleada de represión contra opositores y activistas de la sociedad civil, cuyas pacíficas acciones teme la Seguridad del Estado por la creciente visibilidad y solidaridad que concitan.

“Día, tarde, noche, madrugada. Ahí está la patrulla, el policía de azul, la policía militarizada y el agente de la SE. Cada cierto tiempo pasa otra patrulla que hace la ronda nocturna, se queda un rato, luego sigue. Tiran las puertas de los carros y miran constantemente a mi balcón”, denunció la historiadora del arte.

Barrero, activista vinculada al movimiento 27N, está bajo la mirilla de la Seguridad del Estado desde que participó en la congregación del 27 de noviembre pasado frente a la sede del Ministerio de Cultura, protestando.

Sin embargo, el acoso de la policía política se hizo patente a partir de su protagonismo durante los actos del pasado 27 de enero, en los que la activista compartió una imagen impresa de Martí y leyó los versos de su poema Dos patrias frente al Ministerio de Cultura.

A raíz de esa nueva congregación frente al ministerio, se desencadenaron los hechos que dieron la vuelta al mundo mostrando la imagen del ministro de Cultura Alpidio y Alonso y su séquito de funcionarios agrediendo físicamente a los pacíficos activistas y colaborando con las fuerzas represivas del régimen en su violenta y arbitraria detención.

Poco después del insólito comportamiento de las autoridades, Barrero fue arrestada junto al rapero Maykel Osorbo cuando consiguieron llegar hasta el Capitolio de La Habana, sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular, con el objetivo de presentar un escrito reclamando la dimisión del ministro Alonso, objetivo que finalmente consiguió.

La iniciativa cívica molestó aún más al régimen cubano que intentó amedrentar a la joven activista imputándole cargos por “clandestinidad de impresos”, amenazándole con penas de prisión de hasta un año y aconsejándole que abandonara el país mientras no fuese regulada por las autoridades.

Las amenazas provocaron la protesta de muchos cubanos a través de redes sociales y medios independientes. Un grupo de artistas e intelectuales escribió una carta abierta al gobierno cubano para que retirara los cargos. La solidaridad y la presión de la sociedad civil de la comunidad internacional consiguieron que finalmente se desestimara esta vía de coacción.

No obstante, desde entonces hasta la fecha, Barrero ha seguido en la diana de la Seguridad del Estado, que la mantiene vigilada y bajo un cerco policial que arrecia según los temores del régimen a determinadas fechas o acontecimientos que pudieran movilizar a la sociedad civil.

La joven historiadora del arte fue una de las voces que denunció la impunidad de los represores para desplegar una represión de “baja intensidad”, violando los derechos de los activistas recogidos incluso en la propia Constitución cubana.

Prácticas como los arrestos domiciliarios arbitrarios, o los secuestros efectuados por la Seguridad del Estado, han sido denunciadas por Barrero en las numerosas ocasiones que ella u otros activistas han sido víctimas de tales maniobras represivas.

“No les basta con el toque de queda, con la precinta amarilla que desde hace tres semanas tengo en la puerta de mi edificio. Tanto prisma para una muchacha sola que toma té y lee libros en la azotea. Qué peligro eso. Han perdido la cabeza, todas las papeletas”, señaló este viernes la activista en un post de Facebook.

Recientemente, Barrero denunció que la policía aplicaba multas a sus vecinos y luego les decía que era por culpa de ella, para ponerlos en su contra.

"Han multado a varias personas de mi calle y a todos han dicho que ha sido mi culpa, porque me he quejado de lo parcial de las imposiciones", afirmó la activista asegurando que estas sanciones forman parte de una estrategia de la Seguridad del Estado para generar odio en su comunidad, al igual que han hecho con otros cubanos como el rapero Maykel Osorbo.

"La legitimidad de los gobiernos no se gana a base de miedo, control y represión, sino en la defensa plena del derecho de sus ciudadanos", dijo Barrero a mediados de marzo.

La crítica certera, profunda y de alcance teórico de Barrero y otros activistas constituye una pesadilla para el régimen cubano que, en ocasiones como las actuales, actúa movido por un pánico que contrasta con la imagen de fragilidad de una joven que toma una taza de té mientras lee sola en su terraza.

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Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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