Díaz-Canel celebra comienzo de curso escolar en Cuba: "Una de las más hermosas y vitales conquistas de la Revolución"

El inicio del curso escolar en Cuba se presenta como una victoria del socialismo, ignorando problemas reales como déficit de profesores y escasez de insumos. Las familias enfrentan grandes desafíos económicos.

Manuel Marrero Cruz y dirigentes cubanos en inauguración oficial del curso académico © Cubadebate / Rafael Fernández Rosell
Manuel Marrero Cruz y dirigentes cubanos en inauguración oficial del curso académico Foto © Cubadebate / Rafael Fernández Rosell

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El régimen cubano convirtió este lunes el inicio del curso escolar en un nuevo ejercicio de propaganda política, presentando la reapertura de las aulas como una victoria del modelo socialista pese a las crecientes carencias que enfrentan estudiantes, familias y maestros.

En un mensaje en la red social X (antes Twitter), el gobernante Miguel Díaz-Canel calificó la enseñanza como “una de las más hermosas y vitales conquistas de la Revolución”, insistiendo en un discurso que ignora los problemas cotidianos del sector educativo: déficit de profesores, bajos salarios, deterioro de la infraestructura y escasez de materiales básicos.

El acto central por el comienzo del periodo lectivo 2025-2026 tuvo lugar en la escuela pedagógica 'Tania la Guerrillera', en Pinar del Río, inaugurada hace 50 años por el dictador Fidel Castro.

La ministra de Educación, Naima Trujillo Barreto, recordó las palabras pronunciadas por el dictador en 1975 y llamó a “sostener la educación universal, inclusiva y gratuita como base para cualquier empeño nacional”. También reconoció que el curso arranca en “difíciles condiciones”, aunque presentó esa adversidad como prueba de la resistencia del sistema.

El primer ministro, Manuel Marrero Cruz, recorrió la sala de Historia del centro escolar y exaltó la figura de Castro, exhortando a “cuidar” la memoria del líder y mantenerla en alto. El guion del acto, marcado por referencias al pasado revolucionario, volvió a situar la educación en el terreno de la propaganda política, más que en el análisis realista de las urgencias de estudiantes y maestros.

Según datos oficiales, más de un millón 530 mil alumnos asistieron a clases este lunes en todos los niveles de enseñanza. Sin embargo, las familias cubanas vivieron una realidad distinta a la que mostraron los discursos oficiales y los medios estatales.


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La prensa de Palacio describió con un tono épico la “gesta silenciosa” de padres y madres en la búsqueda de mochilas, uniformes y útiles escolares, pero evitó mencionar el alto costo de esos artículos en un contexto de inflación descontrolada y mercado negro.

El diario oficialista Granma habló de “algarabía” y “río de inocencia” en las calles de Cuba, mientras obviaba el esfuerzo económico que supone equipar a los niños para el nuevo curso. La narrativa oficial transformó la precariedad en epopeya y presentó la superación de obstáculos como un logro colectivo, reforzando la idea de sacrificio permanente que sostiene el relato del régimen.

Lejos de reconocer la crisis estructural que atraviesa el sistema educativo cubano, las autoridades se refugiaron una vez más en la exaltación de Castro y en la noción de “conquista revolucionaria”. El contraste entre la retórica triunfalista y las dificultades reales de las familias vuelve a marcar el inicio de otro curso escolar en la isla.

Las familias cubanas ante un nuevo curso: Entre la propaganda y la escasez

Mientras el régimen cubano insiste en presentar cada inicio de curso como una “conquista de la Revolución”, las familias en la isla viven un panorama muy distinto, marcado por la precariedad material y la incertidumbre.

El regreso a clases, que debería ser motivo de entusiasmo, se ha convertido para muchos padres en una carrera de obstáculos que revela las profundas grietas del sistema educativo.

En las aulas de secundaria, una libreta debe servir para dos asignaturas. Esta práctica, bautizada oficialmente como “norma ajustada”, obliga a partir los cuadernos por la mitad o a dividir sus páginas, un recurso que pretende maquillar la escasez de insumos y que termina afectando directamente el aprendizaje de los alumnos.

Quienes no pueden pagar los cerca de 200 pesos que cuesta una libreta en el mercado negro deben resignarse a esta medida improvisada.

El problema de los uniformes no es menor. El Estado solo logró confeccionar 2,3 millones de las 3,6 millones de piezas necesarias, lo que significa que apenas el 20 por ciento de los estudiantes estrenará ropa nueva en este curso.

El resto deberá reutilizar uniformes heredados, remendados o comprados a precios exorbitantes: en el mercado informal un conjunto puede superar los 5,000 pesos, una cifra que desborda el presupuesto de la mayoría de los hogares.

La infraestructura escolar tampoco escapa a la crisis. Miles de centros abrieron sus puertas en condiciones deplorables, con techos que filtran agua, ventanas rotas y mobiliario insuficiente.

No faltan escenas de alumnos sentados en el piso por falta de pupitres o clases que se interrumpen por los apagones, con maestros y estudiantes forzados a dar lecciones en penumbras o a esperar la llegada de un grupo electrógeno.

El déficit de profesores agrava aún más el panorama. Matanzas, por ejemplo, inició el curso con más de 2,000 plazas vacantes, y a nivel nacional faltan alrededor de 24,000 docentes, lo que equivale a una de cada ocho plazas sin cubrir.

Los bajos salarios, el desgaste profesional y la migración hacia otros sectores han dejado las aulas en manos de un personal insuficiente y, en muchos casos, sin la preparación adecuada.

La llamada “educación gratuita” se ha convertido en una pesada carga para las familias. Un cuaderno de primaria puede costar hasta 1,400 pesos en un negocio privado, una suma impagable para la mayoría. A ello se suman mochilas, zapatos, merienda y otros gastos que convierten cada inicio de curso en un drama financiero.

Entre el discurso triunfalista del régimen y la épica fabricada por los medios estatales, que hablan de “ríos de inocencia” y “gestas silenciosas”, se esconde la verdadera historia de septiembre: la de padres que luchan contra la inflación y la escasez para que sus hijos puedan asistir a la escuela con lo mínimo indispensable.

Esa es la otra cara del comienzo del curso escolar en Cuba, la que la propaganda nunca muestra.

La “conquista vital” como instrumento de adoctrinamiento

Al calificar la educación como “una de las más hermosas y vitales conquistas de la Revolución”, Díaz-Canel no solo intenta resaltar un logro histórico del régimen, sino que revela el núcleo ideológico sobre el que se ha construido el sistema educativo cubano: el adoctrinamiento como garantía de permanencia política.

Desde 1959, la enseñanza en la isla ha estado íntimamente ligada a la formación de un ciudadano moldeado por los valores y dogmas del socialismo.

La llamada “conquista vital” ha significado, en la práctica, un entramado de asignaturas, manuales, programas y prácticas pedagógicas orientadas a glorificar la figura de Castro, el proceso revolucionario y sus líderes, mientras se margina o deslegitima cualquier corriente de pensamiento crítica o independiente.

La centralidad de la ideología en la educación se refleja en la obligatoriedad de actos políticos, matutinos patrióticos y campañas escolares en las que se repite la retórica del régimen.

Desde los primeros grados, los estudiantes son expuestos a consignas y a una narrativa que no deja espacio para el cuestionamiento ni para la pluralidad. Ese modelo convierte las aulas en prolongación del aparato de control social y en laboratorio de legitimación del poder.

Al hablar de “conquista vital”, Díaz-Canel encubre que la educación, lejos de ser un espacio abierto de pensamiento y formación académica, ha funcionado como pilar de la hegemonía política.

La permanencia de ese relato épico —la idea de que sin la "revolución" no existiría escuela, maestros ni futuro— se convierte en un mecanismo para condicionar la percepción de varias generaciones y evitar el surgimiento de voces disidentes.

Es ahí donde la frase de Díaz-Canel revela su verdadero significado: la educación no como un derecho ciudadano, sino como una pieza estratégica para sostener al régimen.

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Este artículo ha sido generado o editado con la ayuda de inteligencia artificial. Ha sido revisado por un periodista antes de su publicación.




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